domingo, 11 de mayo de 2008

¡Al principito le huelen los pies!

A veces hay que pararse a poner realismo a las cosas. Está bien ser optimista pero no creo que haya que excederse.

Colocar a alguien en un pedestal si quieres ejercitar la contemplación pues puede estar bien pero si lo que se pretende es "relacionarse", más vale que le pongas tocando de pies en en suelo. Quizás os suceda como a mí... pensé que no sería capaz de darle realismo a mi escultura griega. ¡Ojo! que no hablo únicamente en el sentido de considerar esa escultura como perfecta, siguiendo el ideal clásico de equilibrio en lo físico, si no de otorgarle todas las virtudes y volvernos topitos ante sus defectos. Recientemente, he dotado de humanidad a una idea creada por mi mente y que ha hecho de lo humano lo realmente bello.

Cuando después de más de 15 años de tener a alguien delante tienes la oportunidad de observarle de cerca y te das cuenta que, como el vecino, la cuñada o el cartero, es de carne y hueso, pues es cuando empiezas realmente a disfrutar de esa persona. Yo he hecho un gran descubrimiento y me siento contenta de poder compartir, reir y sentir disfrutando de alguien que respira y no es de piedra, como esa estatua del pasado.

En fin, lo dicho... al principito también le huelen los pies! ;)